lunes, 20 de julio de 2020

EL PEREGRINO Y EL PUENTE



Un puente permite a los caminantes moverse de una orilla a otra orilla; de un estado de existencia a otro estado de existencia; de un nivel de consciencia a otro nivel de consciencia. 
Al principio, como vemos en la imagen, el peregrino se encuentra con una pendiente ascendente, de manera que es preciso una decisión inicial consciente y la puesta en movimiento de una importante cantidad de energía para iniciar la andadura.
  
Además del esfuerzo volitivo, es imprescindible tener fe en que ese puente realmente conduce hacia el lugar que se aspira alcanzar, porque, al estar inclinado, desde un extremo es imposible vislumbrar el otro, más allá de lo que rezan los mapas.
Fe y esfuerzo consciente en seguir la via que los constructores de puentes han trazado para nosotros. 

La dificultad es creciente, y se necesita de una determinación inquebrantable, ya que la pendiente se torna más y más abrupta y empinada, a medida que el camino avanza

Se requiere también que el caminante  se aleje consciente y voluntariamente de la orilla de la que parte, de su hogar, de su zona de confort, sin saber qué es lo que le espera al otro lado, salvo por lo que cuentan las leyendas: la Tierra Prometida hacia la que ha decidido emprender su periplo.

Gracias a la constancia y la confianza en los maestros de la Vía, se llega de repente a la mitad, la cima del puente y por fin, por primera vez, el peregrino puede contemplar con sus propios y asombrados ojos, la otra orilla.

Tras esta visión súbita,  pueden pasar dos cosas. Es un momento muy delicado.

El caminante puede asustarse de lo que ve, y sobre todo, puede llenarse de miedo porque para avanzar es obligatorio dejar atrás la ribera de la que se parte, y perder visión directa con la misma.

Puede sentir anhelo de su hogar y de su mundo conocido, o bien puede suceder que  la llamada del otro lado replique más fuerte que nunca en su corazón, como el tañido de una poderosa campana.

En este punto, si da un paso hacia delante, la propia pendiente descendente será quien raptará al caminante y ya no necesitará de la fuerza de la voluntad para  seguir avanzando. 

El camino será quien arrastre al caminante al otro lado del rio, al tiempo que va perdiendo de vista el mundo del que parte y al cual cada vez será más dificl volver. 

Empieza la senda del no retorno.

Final y felizmente, el camino del héroe toca a su fin y se alcanza la otra orilla.

Una nueva realidad habrá emergido ante los ojos del buscador. 

Ya nada volverá a ser lo mismo.

Muhaken



- En las fotos: Puente de la Reina (Pamplona), uno de los puentes del Camino de Santiago --

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